Claudia Sheinbaum y su informe: el poder del relato
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9/4/20253 min read


Claudia Sheinbaum y su informe: el poder del relato
El 1 de septiembre, Claudia Sheinbaum no solo rindió cuentas: construyó un relato. Un relato pensado para transmitir certeza, para dejar en claro que el país avanza y que la continuidad con cambio es real. No se trató de un discurso grandilocuente ni lleno de tecnicismos, sino de una apuesta por la sobriedad y la claridad. Desde las primeras palabras, la presidenta buscó enmarcar el mensaje en un tono simbólico y emotivo: “No llegué sola”. Con esa frase recordó que su triunfo no es individual, sino colectivo, y reforzó el carácter histórico de su presidencia como la primera mujer en llegar a la silla presidencial. A ello siguió la expresión que buscó encapsular el espíritu de todo el informe: “Estamos viviendo un momento estelar de nuestra historia”. Una afirmación sencilla pero poderosa, capaz de condensar el ánimo triunfante de un gobierno que se siente respaldado por los resultados.
El informe fue, en esencia, un discurso de cifras. Pero no de cifras frías ni desconectadas de la vida cotidiana, sino de números presentados como pruebas concretas de que las políticas funcionan. En seguridad, Sheinbaum colocó sus cartas más visibles: una reducción del 25 por ciento en homicidios dolosos y del 34 por ciento en feminicidios. En economía, los mensajes fueron igualmente contundentes: una inflación contenida en 3,5 por ciento, el desempleo en 2,7 por ciento y un crecimiento económico que superó las expectativas internacionales. Y en bienestar social, el dato más fuerte: 13,5 millones de mexicanos dejaron la pobreza, respaldado por un presupuesto social que desde 2018 ha crecido un 638 por ciento. La narrativa es clara: este gobierno invierte en la gente y esa inversión rinde frutos.
Más allá de los números, el discurso buscó dejar sembrada la idea de rentabilidad gubernamental. Cada dato se tradujo en un beneficio concreto: menos homicidios significan más tranquilidad, inflación baja significa estabilidad en la mesa de cada familia, un presupuesto social creciente significa inclusión y oportunidades. En esa lógica, Sheinbaum apostó por transmitir que cada peso, cada acción y cada decisión regresan al ciudadano convertidos en resultados palpables.
Mucho se habló de lo que no se mencionó, pero en realidad los silencios no fueron omisiones, sino decisiones estratégicas. El informe no se dispersó en todos los temas: eligió resaltar los logros más palpables y rentables para la ciudadanía. De ahí que la presidenta no dedicara tiempo a insistir en la corrupción. Prefirió que hablaran los hechos: un gobierno con niveles de aprobación cercanos al 80 por ciento y un respaldo ciudadano que difícilmente se logra sin confianza en la honestidad de la administración. Y en justicia, el mensaje fue claro: la reforma judicial que propone la elección popular de jueces. Más que un asunto técnico, se presentó como una democratización histórica, que coloca al pueblo en el centro de la impartición de justicia. No se trata de evadir el debate, sino de abrirlo y transformarlo en una bandera de confianza y cercanía.
El informe fue también un ejercicio de poder político. Con una aprobación de 77,8 por ciento y un dato simbólico aún más revelador —93 por ciento de los mexicanos desean que le vaya bien—, la presidenta llega a su primer año blindada por la opinión pública. Esa legitimidad no es un adorno, es una herramienta: le da fuerza para impulsar reformas, sostener la narrativa de continuidad con transformación y proyectar estabilidad frente a los retos por venir.
El verdadero desafío no será presumir los logros, sino mantener la claridad comunicacional cuando aparezcan las dificultades. Y ahí se encuentra también una oportunidad: explicar lo complejo con sencillez, transformar los pendientes en motores de nuevas soluciones y mostrar que un gobierno no se achica ante lo difícil, sino que lo enfrenta con transparencia, sensibilidad y decisión. Porque un proyecto no solo se mide por lo que ya alcanzó, sino también por su capacidad de responder con inteligencia a lo que la sociedad le plantea.
El primer informe de Claudia Sheinbaum deja un mensaje contundente: hacer sencillo lo complejo, convertir los números en historias que la gente entiende y demostrar que el gobierno rinde. Esa es la estrategia comunicacional que eligió y ese es el sello que busca imprimir a su sexenio: gobernar desde los hechos, comunicar desde la claridad y proyectar futuro desde la confianza.
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